En la sociedad actual ya no es un misterio que un porcentaje importante de la población vive estresada. En mayor o menor grado, todos alguna vez hemos experimentado la sensación de sentirnos sobrepasados, al límite de querer escapar y dejar todo atrás. Un escenario en el que podemos encontrar a un estudiante universitario a punto de titularse hasta una madre en pleno proceso de crianza.
Y las cifras no son alentadoras. El informe Chile Saludable elaborado por Adimark y Fundación Chile, indicó que, al año 2017, el 42% de los chilenos padecía esta condición, un aumento considerable si se le compara con el año 2012 (22%). Pero no todo es negativo. Frente a los episodios estresantes, las personas reaccionan, buscan salidas y así se abren camino a nuevas alternativas, algunas de las cuales son bastante eficaces.
Anímate a Tejer y Termina con el Estrés (¡nos salió verso!)
Qué pasaría si un día la madre, en plena crianza de 3 niños, cuando tiene una tarde disponible sólo para ella, decide visitar a su abuela. Entre la conversación y los regaloneos, cede a la petición de la Abu y toma el crochet. Practica unos puntos básicos y allí comienza todo: llega a casa y, mientras los niños juegan, continúa con el tejido. Pero ¿qué pasa? No puede parar; cada vez se siente más relajada, confiada. Las ideas comienzan a ordenarse por sí solas en su cabeza, las dudas se resuelven y los pensamientos negativos son menos frecuentes.
La respuesta a esto es que, a nivel cerebral, se estimulan las conexiones neuronales con el movimiento repetitivo que requiere la elaboración de los puntos, junto a la idea de crear un proyecto (bufanda, chalecos, etc.). Nuestro organismo libera dopamina, endorfinas y serotonina, todas hormonas asociadas al placer, bienestar y el buen humor.
De la misma forma, la psicóloga María Mercedes Galarce, quien ha sabido complementar el trabajo de psicoterapia con talleres de tejido, nos explica que tejer se convierte en una actividad muy vinculada a la meditación y al mindfulness, pues permite bajar el ritmo, sincronizar la respiración con el movimiento del cuerpo y darse tiempo para reflexionar.
La psicóloga nos revela que la mayoría de los alumnos de tejido que asisten a sus talleres, deciden comenzar un proceso terapéutico después de probar: “Los motivan las conversaciones que se generan, las reflexiones que surgen. El taller es un espacio de encuentro con otros donde nos reunimos por un día entero a conversar, aprender, disfrutar, intercambiar experiencias vitales y desafíos.”
Nos señala, además, que muchas de las personas que llegan a sus clases, lo hacen porque buscan un espacio para sí mismos, una herramienta que les permita manejar la ansiedad, o las emociones que experimentan en su vida cotidiana. Espacio en que el tejido se traduce en una metáfora de sus procesos, pues aprenden a reconocer y respetar las características particulares que ostentan, y “muchas veces hay que tejer y destejer para alcanzar los objetivos que desean.”
Con respecto a los cambios que experimentan las personas al mediano y largo plazo, estos comienzan al abrir nuevos espacios de autocuidado al destinar tiempo para hacer una pausa y disfrutar de una actividad que silencia sus preocupaciones. La experiencia les ayuda a reconocer estos espacios en otras áreas de la vida.
“muchas veces hay que tejer y destejer para alcanzar los objetivos que desean”
De la misma forma, experimentan logros que antes no se hubiesen atrevido a concretar. Van tomando decisiones importantes, lo que les permite reconocer sus propios recursos y capacidades.
Por último, fortalecen la percepción de sí mismos al ver potenciada su creatividad y su capacidad de exploración: logran un aumento significativo en su autoestima y en su bienestar general.
La Reinvención del Crochet
Una técnica de tejido que ha ido en auge es el crochet. Las publicaciones sobre al tema coinciden en que su origen es tan incierto como lo es el inicio del tejido en sí. Existen vestigios en China, Irlanda, Arabia y Sudamérica desde antes de 1800, pero, independiente del lugar de origen, lo interesante es que traspasó culturas, épocas y generaciones. Así, la reinvención del crochet puede ser observada en el típico mantel pequeño que adornaba el centro de mesa en casa de nuestras abuelas (¿lo recuerdan?), los que ahora podemos ver en colores más vivos y tejidos con nuevos materiales, como el trapillo. Lo mismo ocurre con los amigurumis, tendencia japonesa que consiste en tejer muñecos a crochet, los que son fáciles de distinguir por la utilización del tejido circular. Si bien para la cultura Kawaii su fabricación tiene un valor significativamente más profundo, esta técnica se expandió rápidamente por el mundo gracias a su belleza y valor estético, más que por su origen cultural.
¡Atención, Hombres Tejiendo!
Junto con la reinvención del crochet, nos encontramos con más hombres que se atreven a tomar el ganchillo. Esto resulta interesante, pues la mayoría de las veces estaba destinado al mundo privado y a las mujeres. Pero con el paso del tiempo y los cambios culturales en que los roles históricos se cuestionan diariamente, se traslada a la vida pública y los hombres paulatinamente se incorporan.
También le preguntamos a María Mercedes Galarce su experiencia con el tejido y la participación de hombres en sus talleres: “Cuesta más que los hombres vengan al taller porque deben ser capaces de superar los estereotipos de géneros que sancionan este tipo de actividades por considerarse menos masculinas. Sin embargo, con los años, el número de hombres que viene a aprender a tejer ha ido en aumento y es súper interesante porque explícitamente buscan cuestionar estos mandatos sociales que restringen estos espacios a los hombres”.
En cuanto al desarrollo de las clases en sí, nos comenta que es sencillo trabajar con hombres porque su motivación es grande, aunque en un principio deben ajustar la motricidad, ya que el tejer es un acto que consiste en repetir un gesto con las manos, y con la práctica les facilita soltarse y avanzar.
También nos indica que las motivaciones entre hombres y mujeres para aprender a tejer son muy diversas. Los hombres suelen venir porque necesitan relajarse, porque quieren aprender algo que es difícil y representa un desafío nuevo hasta para poder vincularse con las mujeres presentes en sus vidas.
«…es sencillo trabajar con hombres porque su motivación es grande, aunque en un principio deben ajustar la motricidad…»
Actualmente existen fechas conmemorativas a nivel mundial que dan cuenta de esta realidad, como lo es el 9 de junio, cuando se celebra “El Día Mundial de Tejer en Público”, o el 12 de septiembre, por el “Día internacional del Crochet”.
Revista Urdimbre
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