Natalia Quiroz Veas es una diseñadora gráfica que, desde que era estudiante universitaria, quiso emprender para tener un lugar ligado al diseño y a la enseñanza de diversos oficios a través de realización de talleres. Además de ser dueña de Sutti, marca bajo la cual trabaja la encuadernación con productos reciclados, administra el Café-Tienda Mamakilla, un lugar donde podemos encontrar diversos productos relacionados con la crianza, la maternidad y la salud femenina, además de un espacio para disfrutar de un delicioso café.
Ubicada en Miguel Aguirre Perry Nº 1801, La Serena, lo suficientemente lejos del centro de la ciudad para lograr un ambiente tranquilo, Café-tienda Mamakilla nos recibe con su acostumbrada armonía y serenidad que la caracteriza. Entre los murmullos de quienes comparten un café bajo la sombra de los árboles, podemos ver niños jugando en el sector adecuado especialmente para ellos. Comparten, además, espacio con Casa Mamakilla: un lugar enfocado al desarrollo de terapias alternativas. Entre ellas se complementan perfectamente, dando armonía a todo el espacio.
Natalia nos recibe como en casa y nos cuenta los pormenores de sus años emprendiendo, desde sus tiempos de estudiante hasta este momento, cuando su sueño está tomando forma.
Revista Urdimbre: Cuéntanos ¿Cómo llegaste al mundo del emprendimiento? ¿Cómo partió todo? Natalia: Soy diseñadora, y en la universidad siempre había que tener la croquera, el cuaderno, y era para todos los ramos. Siempre me llamó la atención la encuadernación. Una compañera me enseñó y me hice un cuaderno para la universidad, y una amiga me dice: – ¡Qué lindo! ¿Dónde lo compraste? – No, lo hice yo – ¡Ay! ¿Hazme uno a mí? – ¡Ya!
Y le hice uno. Después, la prima de esta amiga también quería uno, y así fue creciendo, hasta que después supe que habría una feria, y postulé con mis cuadernitos. A la gente le gustaba, y empecé así a participar en ferias. La base era que yo los trabajaba con materiales reciclados, telas recicladas, el papel, y era todo hecho a mano. Entonces, de ahí empezó a tomar fuerzas y empecé a moverme con Sutti. Para la primera feria que participé, debía tener un nombre del emprendimiento, mail, fan Page, y todo eso, y no tenía nada. Entonces, de ahí salió Sutti y empecé a crecer mucho, porque primero iba a las ferias, y después ya no buscaba, me invitaban, y así ha ido evolucionando. Después, de la encuadernación pasó al anillado, y después, como diseñadora, empecé a diseñar álbumes, agendas…
RU: ¿Y cómo saltaste a Mamakilla, a la tienda que tienes ahora?
N: Yo tenía mis productos acá, y siempre quise tener un espacio relacionado con diseño, así con ganas de tener una casa de oficios, de diseño, hacer talleres, y todo ese mundo. Y estaba con las chicas acá, pero la cafetería estaba muy apagada, las ventas eran muy bajas. Entonces, vine a sacar mis cosas, y me cuentan que estaban buscando a alguien que tomara la administración y todo el trabajo que significaba el espacio. Y como en ese tiempo pasaba por grandes cambios en mi vida, estaba buscando trabajo como diseñadora, pero apareció esto y lo tomé (risas). Tenía un poco de relación con lo que yo quería, pero modificado. No era tan casa de oficio ni nada, pero era una tiendita en la que se podría trabajar el espacio.
RU: ¿Por qué apostaste a Mamakilla?
N: Es que por mi estilo de vida, de creencia y de todo, ya conocía a Mamakilla. Había venido antes de tener mis productos aquí. Mamakilla tiene una energía, un ambiente muy solidario, tranquilo. La gente que anda acá son todas buenas personas, y puedes andar tranquilo aquí adentro. Y el espacio lo encontraba muy bello, entonces era todo un desafío, porque ya no era ver por mí nomás, era ver por mí y por todo el espacio… ahora hay 15 emprendedores. Aparte, tengo a la Isa -su hija de 3 años-, y puedo tenerla aquí conmigo, que es una de las cosas que me preocupaba. Con mi carrera había trabajo, pero era estar todo el día afuera, y la Isita, chiquitita, iba a tener que ir al jardín, jornada completa. Entonces se abrieron varias ventanas, el área de poder lidiar con la maternidad, lidiar con un proyecto propio e independiente, porque era harta responsabilidad tomar el espacio, que estaba un poco dejado. Varios se estaban yendo, la publicidad de la cafetería estaba media abandonada. Era un desafío, como para probar, y como había tiempo para probar, lo tomé (risas).
RU: ¿Qué tiene Tienda Mamakilla que la hace distinta a otras similares?
N: A pesar de que somos parecidos, todos somos distintos, partiendo con la gente que lidera el espacio. Después vendrían los emprendedores, y la gente que es parte del espacio. Todos tenemos visiones diferentes, cada persona tiene su energía, su movimiento, y el espacio tiene un sentido. Aparte, Mamakilla trabaja harto el lado de la crianza, lo materno, y también como tienda apostamos al encuentro en familia, compartir y hacer actividades para los niños. También hay actividades, como estos encuentros de venta de ropa usada, que han sido súper positivos, pero el llamado no sólo es a vender, sino que a reutilizar. Se abrieron los talleres, y está la Casa Mamakilla, que es la casa holística. Estamos apuntando a la crianza, la vida saludable y a la salud femenina. Tiene que ver con su etapa de mujer, madre, de los cuidados personales. Ahora se nota que hay un poco más de conciencia en el cuidado personal, en la alimentación, en la crianza, hasta en el juego, la lectura, entonces como que se apuntan en todas esas perspectivas.
RU: ¿Cómo ha influido el hecho de ser mujer en el mundo del emprendimiento en el que te mueves?
N: Claro, soy mujer y justo, todos los emprendedores que hay aquí somos mujeres. Encuentro que somos muy proactivas, que sí o sí se las arreglan como pueden. Tienen esa fortaleza, y casi la mayoría somos mamás, entonces eso también hace que tengamos que lidiar no sólo con el emprendimiento, imagínate, tenemos que lidiar con el ser dueña de casa, con el criar, con lo que es la vida día a día, y tener el emprendimiento y luchar con él. Creo que la mujer tiene superpoderes (risas), porque al final se las rebusca, se las arregla sola, y viéndolo como emprendedora, sí, obviamente hay que tener harta fuerza mental también para decisiones o pensamientos diarios. Ser emprendedor en estos tiempos tampoco es tan fácil, no te la hacen fácil. Para el hombre es distinto, creo yo, aparte, son cabezas diferentes.
RU: Mirando hacia atrás, ¿hay algún momento o etapa complicada que recuerdes?
N: Como Sutti, como todo era hecho a mano, uno de los obstáculos era que se necesitaban lucas para poder optar a maquinaria que te ayudara a agilizar el proceso de tu producto. Estuve en una feria en verano, y tuve que trabajar mucho. Dormía muy poco y no daba abasto. No tenía cómo hacerlo, porque ya dormía 4 horas diarias, y ya era no dormir, y eso era ya imposible… Y con respecto a Mamakilla, era un espacio más grande, y todavía no cumplo un año acá. En invierno hizo harto frío y estuvo muy lento; la gente se bajaba de los talleres y no venía mucho. Adentro de la casa también la gente no llegaba a los talleres, no llegaba a clases. Entonces, eran momentos en que uno decía: “¿Qué vamos a hacer?”. Los emprendes te reclamaban, y tú, como es algo nuevo, tú cómo lidiabas con eso, así como: “ya, mejor me voy, renuncio”.
RU: ¿Cómo lo has sobrellevado?
N: Me puse a hablar con otros emprendedores, para ver cómo se mueven, porque parece que dependiendo de las estaciones igual influye harto en cómo se mueven los espacios, o como se mueve el emprendimiento, en este caso. Aquí en invierno la gente se guarda, que los niños se enferman, que vienen los resfríos, que dan ganas mejor de quedarse en la casa. Entonces, hay momentos en que hay que tener paciencia y no hay que rendirse jamás, y tener otro tipo de estrategias para mover el espacio. Así como en invierno hacer encuentro de un tipo, y en verano de otro, pero ser estratégicos. Por eso el café igual empezó a tener más movimiento, porque nos dimos cuenta de que, mientras más actividades, encuentros y talleres hacíamos, más llegaba la gente, más entraba a la tienda, y así se movían más los emprendes. Así que, por eso mismo, es que hacemos tantas actividades.
RU: ¿Qué disfrutas de tener una tienda propia?
N: Puedo decidir con qué gente lidiar y con quién no. Me he dado cuenta de que es algo muy importante, y de mucho cuidado, porque no todas las personas piensan igual, y no todo emprendedor trabaja igual. Entonces me di cuenta de que a mí me sirve el emprendedor que realmente esté comprometido con el espacio, porque aquí trabajamos en comunidad. Aquí el trabajo no es que vienen a dejar las cosas y a fin de mes vienen a buscar su paga, sino que siempre se habla de que es un trabajo comunitario. Entonces, la gente sabe que se va a pedir ayuda, tanto física como venir al espacio, las redes sociales, o ayudar a mover algún encuentro.
RU: ¿Y por qué crees tú que algunos emprendimientos no tienen eso?
N: Es que depende de la persona y de su método de trabajo. Por eso me gusta poder decidir si quiero seguir con esta persona o no, porque me gusta trabajar con cierto tipo de emprendedores que tengan ciertas características, y si no, no sirve, porque no nos entendemos. Entonces, como aquí el trabajo es comunitario, no puedo tener a alguien que me venga a dejar las cosas y desaparece. No es justo para el grupo. Eso es algo que me gusta, tener la decisión con quién trabajar y lidiar, porque es un lidiar diario. Ya llevo 7 meses, y también es un compartir, tiene que ver con respeto, con compañerismo.
RU: ¿Cuáles son los siguientes pasos para tu negocio?
N: Nos ganamos un mentorado (asesoría de un profesional capacitado a emprendedores que necesitan conocimientos para mejorar su empresa), y la idea es potenciar más el espacio, porque la Casa Mamakilla tiene años, y la tienda cumplió un añito recién. Queremos trabajar más el espacio de juegos para los niños, y para potenciarlo, queremos postular a proyectos el próximo año. En sí, ya el espacio está, pero encontramos que falta enfocarnos en el lado de los niños.
RU: Si tuvieras que aconsejar a un emprendedor que recién comienza, ¿qué le dirías?
N: Bueno, tengo una frase que siempre les digo a las chicas, que la aprendí aquí y empezó a ser mi frase típica: “Rendirse, ¡jamás!”. Si sientes realmente que es algo que te suma, que es algo que te gusta y que vibras con eso, entonces no hay que rendirse, hay que luchar hasta el final. Hay muchas formas de ayuda, no sólo monetarias. Pero la frase mía es: “Rendirse, ¡jamás!”
Revista Urdimbre
댓글