Nadie ha estado ajeno a lo ocurrido en nuestro país a partir del 18 de octubre de 2019. Desde su lugar, cada uno ha experimentado los cambios sociales que, en el fondo, esperaban gran parte de las personas que habitan en Chile. Indudablemente, esto ha traído inevitables consecuencias, sobre todo para quienes somos emprendedores.
Nuestras pequeñas empresas se vieron fuertemente impactadas al inicio de este despertar social: emociones como incertidumbre, miedo, confusión, repercuten directamente en nuestras familias. Es aquí donde aparece el estrés, la irritabilidad, el desgano, poca disponibilidad hacia nuestros hijos, e incluso frustración frente a esta revolución social.
Considero que una forma saludable de sobrellevar estos cambios es conversar abiertamente con nuestras familias de lo que ocurre a nivel social, evaluando las emociones que a cada uno nos genera. Esto nos permitirá vivir el cambio con el cambio pues, si miramos la evolución durante los últimos meses, nuestros emprendimientos han sido mejor valorados y se han abierto más espacios comunitarios, gestionados por la misma población de emprendedores. Podemos potenciar nuestras pymes, integrar la crianza en el proceso y mostrarles a nuestros hijos e hijas que existe un Chile con consciencia y que, parte de los cambios, se relacionan con el vivir en comunidad.
Revista Urdimbre
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