Cuando leas estas palabras habrán pasado cerca de 3 meses desde el estallido social que estamos experimentando en nuestro país. Múltiples han sido las emociones vividas, donde hemos transitado del asombro a la pena, el miedo, la rabia, la empatía e inclusive la alegría en algunos contextos. Sin embargo, para quienes nos desarrollamos en el mundo del emprendimiento, ha sido un período de numerosas pruebas buscando salir adelante. En numerosos casos, especialmente en las primeras semanas, esta situación fue tal vez el mayor “quiebre” experimentado en nuestras vidas o, al menos, en muchos años.
Ontológicamente hablamos de “quiebre” para referirnos a una situación que, fuera de toda posibilidad, nos remueve de manera intempestiva alterando “lo conocido” o “esperable”. En este caso, nos agitó de forma colectiva a lo largo y ancho de nuestro país, sin distinciones. El punto es ¿cómo reacciono a este quiebre? ¿A qué parte de mí recurro para avanzar? Y aquí, conectándome genuinamente con mi ser interior y con todo lo que soy, me respondo: ¿qué otras situaciones he enfrentado cuando pensé no tener herramienta alguna para salir a flote y, sin embargo, lo hice?
Si nos permitimos parar y escucharnos, afloran nuestras fortalezas; características que aprendí a conocer o desarrollar y que, en casos como estos, nos ayudan a salir del estancamiento y mutar emocionalmente a un lugar distinto para obtener un resultado diferente. Son aspectos que, a veces olvido, son parte de mi persona y que, al conectarme con ellas, me permiten despegar nuevamente. Perseverancia, tenacidad, optimismo, creatividad, valentía, integridad, generosidad, amor, autocontrol, esperanza, humor, espiritualidad, gratitud, podrían ser algunas.
Ten certeza que, si las llamas nuevamente a tu presente, estarán ahí para abrazarte y hacerte sentir que puedes contar con ellas. ¿Las escuchas?
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