La moda es una expresión cultural; nos dice mucho del momento que estamos viviendo y, de manera individual, refleja la forma de ser y sentir de las personas. Es encantador ver que hombres y mujeres tienen una forma de vestir particular, que utilizan accesorios que los diferencian y los hacen propios.
Como espejo de una época, hoy no podemos dejar de lado la sostenibilidad. La industria textil es la segunda mayor contaminante del planeta. ¿Por qué? La ropa que llega a las grandes tiendas alrededor del mundo, esconde detrás precarias condiciones laborales en las cuales fueron elaboradas, además de que los materiales utilizados son cada vez más sintéticos (económicos y por ende contaminantes), lo que permite que el precio sea muy bajo y las ofertas seduzcan a quien las vea, aun sabiendo que jamás serán utilizadas (quedarán en un rincón del closet). Hablamos de vestuarios y complementos casi desechables que contaminan desde su elaboración, uso y remanente final; una vida corta que genera toneladas de desperdicio textil y que finalmente son vertidas en basurales, contaminando a diario nuestro planeta. Hablamos del fast fashion o moda rápida.
Para hacer frente, aparece el slow fashion o moda lenta, la cual incorpora tres ejes a la hora de diseñar, elaborar y vender: la moda ética, la eco-moda y la moda duradera. La primera se refiere a los derechos humanos y de establecer un trato digno para las personas que trabajan en la industria; la eco-moda apunta a reducir el impacto que tiene la producción de las prendas en el medio ambiente; y por último, la moda duradera, que se centra en la prenda y en los compradores, destacando el consumo consciente a la hora de comprar. Si tuvieran las tres dentro de una empresa sería lo ideal, pero tratando de incorporar alguna ya estamos colaborando al cuidado del planeta.
Hoy más que nunca es necesario frenar y repensar la forma en que se produce y se consume la moda; una manera sencilla de hacerlo lo encontramos en la reutilización y el reciclaje textil. Al generar un cambio de hábitos en el consumo y tener alternativas como comprar marcas locales, ropa de segunda mano o customizadas, además de complementos elaborados con telas reutilizadas, ayudan a fomentar la moda sostenible. A continuación, dejamos dos opciones acá en la región.
Revista Urdimbre
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