María Illanes es una cantautora serenense que, antes de dedicarse por completo a la música, compartía sus horas de creación y performance con la enseñanza como profesora de música (estudió Pedagogía en Música en la Universidad de La Serena). Con tres discos editados, la cantautora nos cuenta que los 2 primeros: Soltar y Fragmentados, ambos del año 2014, fueron en gran parte autofinanciados, además de ser grabados en Europa, mientras cursaba un máster en Investigación y Cambio Educativo en la Universidad de Barcelona. En cuanto al tercer disco Estar Aquí (2018), que aún se encuentra promocionando, nos detalla que fue totalmente autofinanciado. En él muestra sonoridades más chilenas y también latinoamericanas, por ello el nombre estar aquí, que hace referencia al volver al aquí y al ahora. Las letras hablan del despertar de la conciencia, de las reflexiones durante su viaje a Europa; del qué hacer con la vida misma y de cómo uno le da el sentido real a los días.
Revista Urdimbre: hablando de la autogestión, ¿te sientes una emprendedora en la música? María Illanes: ¡Totalmente! ¿ y por qué no? si una misma puede hacer su propia empresa. Al final, yo trabajo en un producto; soy la cara visible de mi propio producto. En este caso, de un producto de arte, que también hay que aprender a saber cómo venderlo, al igual que un empresa. Me considero totalmente una emprendedora, y es que no puedo no serlo, porque nadie va a venir a golpear mi puerta y decirme “le ofrecemos 50 millones para que haga un disco, una gira”, porque al final hay patrones en la industria de la música, que me imagino que eso se llama mercado en la parte de las empresas que, donde hay cosas que se venden más y otras que le cuesta mucho entrar al mercado, en este caso a la industria de la música. Yo tengo canciones que critican parte del sistema en el que vivimos; tema que molesta un poco porque lo que vende es el entretenimiento, que la gente la pase bien, pero no está mal hacer música para divertirse, porque a veces la pasamos muy mal durante el día ¿no? (risas). Pero no he esperado que alguien venga a rescatarme, digamos, para poder ser yo misma y llevar a cabo los sueños que después se convierten en objetivos, los que se convierten después en trabajo. Con el tercer disco entré a la SCD (Sociedad Chilena de Derecho de Autor), en donde también, de alguna manera, busco entrar en esta industria de la música y ver qué pasa. Como socia, como afiliada, hasta el momento he podido acceder a muchos beneficios que tienen que ver con la difusión del trabajo mismo y también con la asistencia a seminarios, charlas, y todo eso que tiene que ver con la industria de la música, donde uno también va aprendiendo cómo hacerlo.
R.U.: Como representante de la música hecha en regiones ¿qué crees que le falta a la escena local para continuar potenciándose? M.I.: Pienso que falta un poco mover a las personas que están a cargo de tomar decisiones en el área de la cultura acá en La Serena, que incluyen a las mismas personas siempre. La mayoría son varones y amigos de los que toman las decisiones. También creo que hace falta más compañerismo a la hora de ir a ver los conciertos. Me considero que soy una persona que va y las colegas músicas lo pueden corroborar, pero no lo veo de vuelta, o sea, lo veo, pero muy poquito. También creo que a la gente de acá le hace falta consumir otro tipo de música, no ir siempre por el que viene de Santiago, o los clásicos de siempre. Ojalá que la cultura vaya cambiando en La Serena, y que se valore más el ir a ver espectáculos de personas de región con presencia en el extranjero, por ejemplo. Ahora hace poquito, estuve en una charla de la SCD, que fue el primer encuentro de música y género. Mostraron unas estadísticas de cuánto es el público que asiste a actividades culturales, estaba la región de Coquimbo con un 49% de asistencia a encuentros culturales. Pero, de ese 49%, ¿a cuántos de ellos se va a escuchar música regional y a cuántas de ellos se va a ver músicas mujeres? Es muy poco, y yo creo que eso debería ir cambiando. Además, las mismas personas que están encargadas de cultura, o de las políticas públicas en cuanto a cultura en la región, deberían viajar, conocer otras modalidades de performance en distintos momentos del día. No tiene por qué ser todo en la noche; además, se puede ir creando el consumo de la cultura durante todo el año. No solamente en el verano, sobre todo porque es una ciudad tan rica de exponentes locales. Falta abrir más los espacios y falta que el público tenga el hábito de darse un tiempo de ir a escuchar música que no tiene por qué ser la que le gusta. En otras palabras, ¿cómo vas a saber si te gusta?, si no le has dado la posibilidad de estar frente a ese estímulo? Una cosa es escuchar por la radio, otra, ver por video. Pero no sabes lo que sucede en la experiencia de estar ahí. Por último, agregar que es un trabajo en el que solamente se ve el producto final, pero, antes de eso hay estudios: hay resiliencia a diferentes tipos de experiencias que tú las traspasas en canciones o en música instrumental, y hay un proceso de composición, de creación.
Revista Urdimbre
Commenti