En los últimos 40 años, aproximadamente, las políticas públicas enfocadas en la generación de empleo, se han centrado en fortalecer el trabajo de las Mipymes bajo el concepto de emprender, pero entendiéndolo sólo como un acto que permite dar el salto tecnológico y comercial que se espera de una empresa. Aunque el sector contribuye de manera importante a la economía del país, se contradice con la débil situación que hoy viven – vivimos – las empresas más pequeñas, la mayoría bien desprotegidas y alejadas de este discurso exitista del emprendimiento.
Un tema transversal es la informalidad, la cual no sólo apunta a no tener inicio de actividades comerciales en el Servicios de Impuestos Internos (SII), como comúnmente lo asociamos en Chile. De acuerdo al tratado de Nueva Delhi, bajo el paraguas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se deben sumar más aristas para entender la complejidad de la informalidad, como: mantener una contabilidad completa, separar los gastos de la empresa con los gastos del hogar, obtener sueldos mínimos como base, generar contratos laborales incluyendo cotizaciones, entre muchos temas.
Si hiciéramos un recorrido y preguntáramos a cada Mipyme con cuánto de estos puntos cumple, nos encontraríamos con realidades bastantes inestables, y la informalidad, de seguro, aumentaría. De hecho, para el caso de las microempresas, según la encuesta de microemprendimiento del Ministerio de Economía, Fomento y Turismo (2020), el 74% estarían en esta situación (un total de 1.515.937).
Y nada tiene que ver con el tiempo de vida que tienen o que sean emprendimientos transitorios, ya que un 52,1 % de empresas informales tiene 10 o más años de antigüedad; situación que nos hace pensar en lo arraigado que se encuentra en nuestro comportamiento y en economía en general. Y ojo, no es solo el caso de nuestro país, es una situación global.
Por último, se suma la inequidad entre distintas empresas. Para el Estado y la banca, las Mipymes estarían en igualdad de condiciones que una gran empresa en términos de liquidez. Un ejemplo son los impuestos, los cuales consideramos que deberían ser bien diferenciados tal como la distancia abismal que los separa en términos de ganancias.
Con todo lo anterior, creemos que es necesario reflexionar en torno a la informalidad, el relato exitista del emprendimiento y las acciones que debiéramos considerar llevar a cabo.
Revista Urdimbre
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