En el mundo actual, la mayoría de las personas vive a un ritmo acelerado, corriendo todo el día de un lado a otro, sin parar ni mediar tregua. Se pasa de actividad en actividad y, junto a ello, los cambios de roles también son parte, olvidándonos de lo más importante: vivir. Es en esta realidad que nos vamos deshumanizando y enfermando.
Para lograr el bienestar, es importante tratar de equilibrar el cuerpo, la mente y el alma, como un primer y gran paso. No se trata de juntar factores aleatorios, muy por el contrario, se trata de trabajar nuestras opciones, nuestras emociones y nuestros sentimientos.
Lo más probable, es que muchos afirmen que pueden alcanzar la armonía, o un óptimo control mental; sin embargo, no logran darse cuenta que están desconectados, ciertamente, de alguna de las partes de la tríada.
Es más, también nos encontramos con personas que sienten que están muy atentas a su cuerpo, a través del deporte, por ejemplo, pero que desatienden otras partes, como la espiritual. Cabe destacar que, más allá de los importantes beneficios a nivel corporal, también el deporte permite iniciar cambios para sanar integralmente, al inducir el desarrollo de otras cualidades a nivel mental, emocional y espiritual.
Asimismo, siempre es bueno continuar desarrollando nuestra mente, pues el aprender cosas nuevas y de manera constante, como tejer, permite que el cerebro ejercite y, a medida que pasa el tiempo, las capacidades cognitivas mejoran, lo cual repercute positivamente en distintas situaciones diarias que, quizás antes, se presentaban como problemáticas y complejas de resolver.
No debemos olvidar al alma (espiritual), la parte intangible de nuestro ser, por lo tanto, la que más se desestima y bloquea. En ella se encuentran nuestros sentimientos y también parte de nuestra conciencia. Esta se nutre por medio de la meditación y de “vivir el aquí y el ahora». Gracias a que somos seres de energía, nos movemos a partir de ella a través de estas prácticas.
Más de una vez, seguro, se han preguntado ¿por qué no avanzamos? La respuesta está en que ignoramos la importancia de poner en orden y en sintonía estos tres elementos: que sean uno. Avanzar es alcanzar la armonía al sentirnos livianos, contentos y más arraigados con nuestra personalidad, además de relacionarnos en sintonía con nuestro entorno.
Todo pasa por comenzar a estar bien con nosotros mismos y armar el rompecabezas de las tres piezas, y sin olvidar nunca que: “lo que es adentro, es afuera”.
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