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Revista Urdimbre

Alimentación Consciente: más que el simple acto de comer




El filósofo del siglo XIX Ludwig Feuerbach escribió: “el ser humano es lo que come”. Luego de leerlo me pregunto entonces ¿qué comemos cuando comemos? Hace no mucho tiempo atrás, cuando consumíamos únicamente los productos que nos otorgaba la tierra en cada estación del año, esta pregunta era fácilmente respondida, pues entonces no existían muchas opciones y además conocíamos bien nuestros alimentos y sabíamos de dónde provenían.

Hoy en día la oferta de alimentos es muchísima más abundante y diversa que antes. Podemos, por ejemplo, encontrar frutas y verduras de estación durante todo el año, consumir exóticos productos de otros países o abastecernos de un sinfín de productos envasados. Pero paradójicamente, a pesar de esta “abundancia”, cada vez conocemos menos de dónde provienen nuestros alimentos y qué es lo que contienen. Muchos de los productos que encontramos hoy en los estantes de los supermercados los conocemos sólo por sus llamativos envases y tentadores títulos, pero seguimos sin saber qué comemos cuando los comemos. Y, peor aún, nuestra salud va de mal en peor. El consumo exagerado de azúcar y alimentos refinados ultra procesados, sumado al escaso tiempo que le dedicamos a cocinar nuestros alimentos, tiene a la población mundial enferma y llena de intolerancias alimentarias. Si el ser humano es lo que come, tal como lo describe Feuerbach, estamos en serios problemas.

Es aquí entonces donde la consciencia debe tomar su lugar, darnos cuenta de que alimentarnos es mucho más que el simple acto de comer. Cuando nos alimentamos estamos entablando una relación profunda con el alimento y su vitalidad, estamos literalmente absorbiendo su energía vital. Es por eso que debemos saber lo que estamos comiendo, de dónde proviene, cómo fue cultivado o criado. Porque todo lo que comemos genera un impacto directo sobre nuestra salud tanto positiva como negativamente, y no sólo sobre nosotros, sino que también sobre la salud de nuestros suelos y la de nuestra economía local. Saber elegir productos frescos, agroecológicos (cultivados libres de agro tóxicos), estacionales y locales representa las bases para una alimentación no sólo saludable, sino que consciente, en donde los seres humanos volvemos a entablar una relación con la vida y su abundancia natural.

Es hora de retornar al alimento real y a la cocina con amor. Es hora de cambiar nuestro presente y sembrar semillas fértiles para nuestras futuras generaciones.











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